Voy a ir a tomar helados esta tarde. O comerlos, la verdad no sé. Me gusta como suenan ambas expresiones, sin importar cual sea la correcta. Cada vez que salgo a comer helados me siento como una niña de siete. Elijo las bolas de acuerdo a los colores y sabores. Nunca elijo de chocolate, que gusta a todos y a mí no tanto. Cuando estaba en primaria siempre pedía lo mismo, una bola blanquesina de limón y la otra color melón de plátano de la isla. Al notar eso mi mamá me sugirió variar y fue entonces cuando comencé con el de crema de leche, aunque curiosamente no tomaba leche sola como sugirían las propagandas de Gloria. A veces pedía un vasito para que no se me chorree y ensucie mi vestido (porque usaba muchos vestidos y panty medias de colores). Es verano y señores en triciclo van y vienen vendiendo helados, pero no se me antoja comprar, a mí me gusta el ritual de señalar qué mezclar. Creo que los helados me gustan más cuando vienen en formas regordetas y no tanto en paletas ni con conos de galleta adicionales.
miércoles, 30 de diciembre de 2009
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