Estas dos son fotos que tomé de mi entrópico aposento (supuestamente las fotos, salvo sean familiares, deberían ir acompañadas de texto siempre con el fin de poder-hacer-conocer). La primera me remite a cuando tenía dieciseis y Morrison era el hombre (muerto) más guapo en quien podía pensar. Mi amiga Filo lo sabía muy bien y un buen día me regaló el póster que hoy continúa colgando de un clavo sobre mi pared. Es bonito recordar algunas cosas. La segunda es la de un domingo típico en casa: pantalones de pijama, pies descalzos. Había lavado mis sábanas. Ese día salió el sol y secaron rápido, así que no tuve que dormir sobre el colchón calato.
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5 comentarios:
Mierda,
esas fotos me dejaron quieto por un instante, eso pasa cuando hay algo que me impresiona,
y me impresionan
Poder - hacer ... semiótica. Ay ay ay.
lo vi y dije: tiene que ser de raisa :)
Cuantas cosas hermosas me encontre por aca :)
Me gustó tu piyama... de hecho te resfriaste... jjajjajja
Sigue caminando...
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