Durante este ciclo mis noches de lunes a miércoles han sido similares: llego a eso de las once a casa a inspirarme junto a una taza de algo caliente. Esta vez es el artificial sabor de un café en lata el que me acompaña. Esto ya no es queja. Ya me cansé de refunfuñar acerca de si vivo lejos o si es la universidad la que está lejos. Me he adaptado a este ritmo, en cierta forma. Incluso, ahora me concentro mejor a esta hora. Lo malo son las mañanas, a esas sí que las detesto. Neverbinamorninperson.
miércoles, 25 de noviembre de 2009
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