jueves, 17 de septiembre de 2009

El mito de los polos opuestos.

Durante mucho tiempo se ha hecho uso casi paradigmático de la famosa expresión los polos opuestos se atraen. Se le ha dotado de carácter absoluto y, a mi parecer, su imposición como verdad única no es más que una insensatez. O sea, en términos menos moderados (pero muy míos), nicagando. Quien sea que haya creado la dichosa frase, no tuvo en cuenta que no todos buscan lo mismo. Muchas personas podemos comunicarnos con cualquiera, pero específicamente arrimarnos a aquellos con los que nos sentimos más cómodos, no por falta de confianza en uno mismo, sino porque es una tendencia humana natural. Si no respóndanme ¿qué es lo primero que hacemos cuando conocemos a alguien? Preguntarle sobre aquello que le interesa, pues la conversación solo comenzará a fluir con naturalidad cuando encontremos el tema en común, aquel en el que nos sentimos seguros para discutir y que posteriormente sirva de punto de partida para debates más variados. Así, puedo conocer a quien sea y preguntarle por la música que escucha, su película favorita, qué carrera estudia y no coincidir en nada... hasta que de pronto le pregunto por su casa de estudios y Eureka! es la misma que la mía: he encontrado un tema en el cual ambos nos podremos desempeñar con facilidad, para luego solo así poder pasar a lo que algunos llamarían un nivel más profundo, íntimo. Entonces, en mi concepción, sentirse cómodo sería algo así como poder expresarse con seguridad delante de la otra parte. No nos sentimos cómodos con aquello a lo que no somos cercanos (o en todo, caso, nos sentiremos más cómodos siempre con aquello que conocemos) y, somos cercanos, en tanto nos podemos ver en el otro (de la forma que sea, puede ser en lo más mínimo, pero tiene que haber dicho reflejo): tener empatía, dicen algunos. Cuando alguien habla de polos opuestos, se refiere a extremos, a acciones y preferencias diametralmente opuestas. De ambas, creo que las acciones contrarias son las menos llevaderas a largo plazo. La diferencia de las preferencias es más digerible si actuamos bajo la premisa de considerar valiosas las pasiones del otro, así, puede que una parte no se interese por el arte de Duchamp, pero acepte que a otros sí les pueda llamar la atención. Por otra parte, considero que también es llevadero que tengan ideologías diferentes, siempre y cuando partan de un punto en común. Por ejemplo, si ambos tienen cierto interés por política. El hecho de que uno sea liberal y el otro se jacte de conservador podría resultar más interesante y enriquecedor que estar al lado de alguien que, por lo contrario, se considere apolítico y considere a ésta una basura no digna de ser debatida. Sobre las conductas, el debate se torna menos relativo. Así, una persona extrovertida difícilmente buscará a su polo opuesto: alguien introvertido. Simplemente, porque manejan valoraciones muy distintas; mientras uno disfruta de las multitudes, el otro aprecia la soledad y se rodea de solo lo necesario. Ello no podría funcionar, al menos que uno se adapte al otro, el extrovertido tendría que empezar a agarrarle aprecio al misterio característico del otro o el introvertido podría intentar asimilarse a las costumbres del extrovertido. Ello implica que siempre una actitud se impondrá sobre otra, habrá un actuar dominante y este tipo de verticalidad no es sostenible. Igual sucede con las personas en las que prima lo racional: Si bien un constante soñador podría ser considerado como aquel ente complementario, terminaría sacando a la otra parte de quicio tarde o temprano. Para aquellos que apreciamos la estabilidad emocional y no ir dando brincos de aquí a allá, la idea de la pareja dispareja aparece como poco viable y no seductora. No tendemos, a nivel consciente ni subconsciente, encontrar a aquel que se oponga a nosotros al extremo. La frase esta, culpable de tantas caídas, debería ser erradicada porque hace que las personas, obnubiladas por el arraigo que tiene dicha creencia en la sociedad, crean que estar con alguien que se le parezca es aburrido (hasta insípido), lo cual los lleva a desechar la alternativa sin premeditación. Creo que no se trata de ir en busca de la pareja dispareja, que si se dan cuenta, ni siquiera funciona en el cánon hollywoodense, en cuyos filmes siempre un personaje termina adoptando la actitud del otro como imperativo (la chica anti-social adopta una nueva actitud y se convierte en la reina del baile y conquista al capitán del equipo de fútbol americano). Creo que lo primordial va por el camino de reconocer matices hasta encontrar en alguien características que aporten al balance de la relación. Y, sí, pues, todo esto nació porque a mí no me resultan tan atractivos aquellos muchachos que se oponen a mí (ya me di cuenta de que, muy a pesar de mi intimidad, no me es fácil escribir sobre estas cosas de manera impersonal).

8 comentarios:

Paolo dijo...

Escribiste filme y me acordé del alcalde de Saltadilla...

Los opuestos funcionan solo en los libros de matemática...

Paolo dijo...

*y recorde al...?

Aisha dijo...

no era salta-villa?
no quiero parecerme a él nunca!

Kerad dijo...

mmm... muy cierto. es tan solo natural que un par de personas que comparten intereses puedan conformar una relación estable. ¿alguna vez has visto algún sustento racional de la ideología de los polos opuestos? yo no, y es que, claro, el único sustento nace del amor fantasioso cuyo campo, evidentemente, escapa de lo racional y, más bien, viene a posicionarse en el campo de lo pasional, donde cualquier argumento suele resultar fútil. discutible, ciertamente.

¡ah! por cierto, según wikipedia en español es Saltadilla (:

Paolo dijo...

Menudo -literalmente- personaje.

Más allá de los opuestos, teoría bobalicona y coja, hay una idea más completa o lógica para mí: los complementos, el equilibrio.
Las relaciones andinas tienen este elemento en sus relaciones intersociales, hasta donde he podido observar. Mi cultura, urbana y de capital provinciana, no deja de estar influenciada por este tipo de visión, claro que indirectamente y solo identificables bajo mucha atención y reflexión.

Si los recuerdos no me jugan mal eso es denominado yanantin, que es la palabra quechua que denomina al equilibrio que expresa la armonía de complementos que actúan conjuntamente, como el hombre y la mujer, simbolizada en el arte andino con los rombos.
Aunque alguien me explicó esto mismo con "opuestos complementarios" o algo así. De hecho la teoría de los opuestos a secas debe ser solamente un mal resumen de la modernidad sobre este tema, aunque irracional.

Bueno, ya me cansé de escribir y tengo un ensayo sobre Mexico que presentar...

Fiorella dijo...

Equilibrio, EEESA es la palabra...
creo que quien empezó con esa sonsera de los polos opuestos no fue alguien tan preciso, y lo que realmente quíso decir fue eso...equilibrio!
¿Opuestos? Al menos no al punto de que uno no pueda encajar para nada con el otro, creo yo.

Aisha dijo...

qué interesantes son mis amiguiiis

Anónimo dijo...

me parece interesante tu punto de vista,
pero eso de los polos opuestos es una cuestion quimica nada más.
basada en iones ( mas - menos)
yo creo que más que polos opuestos, se trata de COMPLEMENTACIÓN.

saludos :)