miércoles, 25 de febrero de 2009

Je ne parle pas français.

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La Torre Eiffel. Icónica. Recontra-archi-famosa. Paris, Francia. Tomada por .

No pude escribir nada durante mi estadía en Francia, porque allá el teclado es muy diferente y cuando escribía algo el texto resultaba prácticamente ininteligible (al menos que me pusiera a presionar atenta a cada tecla que presionaba y, lastimosamente, estuve ausente el día en el que repartieron la paciencia). En fin, después de seis días por allá, ya estoy en Berlín otra vez.

Paris es una ciudad preciosa en arquitectura, es una fusión de varios estilos artísticos. Tiene un clima riquísimo (no tan frío como el de Alemania, pero tampoco es un invierno de mentira como el de Lima). Me quedé en casa de mi prima Danitza. Ella vive en Antony y queda a unos 20-30 minutos del centro de Paris (al cual llaman Paris también, pienso que es un poco como cuando decimos Lima-Lima) y fue su hijo menor, Eduardo (que tiene mi edad) el que me sacó a pasear por la ciudad. El centro de Paris tiene una larga avenida que se llama Champs-Elysées, que conecta el arco del triunfo y la plaza Concorde; es una avenida muy bonita para caminar, de verdad que sí. La Défense es un lugar comercial bonito también que queda por ahí. Fui a ver la torre Eiffel una tarde (pero no subí, la cola era larguísima y no me llamaba la atención usar a la torre como mirador, pues es mejor verla a ella de cerca primero para no perder detalle y luego mientras cruzas el Sena para verla en plano completo), es genial y mucho más alta de lo que alguna vez pude imaginar. Pero aún mejor fue ver Notre Dame, es una belleza de catedral gótica y es sin duda una de las construcciones más hermosas que he visto en mi vida. También fui al Centro Pompidou, es una locura, está hecho de elementos industriales y es todo transparente y las tuberías se ven por fuera. Había cosas interesantes (claro que cuando vi la parte de esos lienzos blancos con un punto negro en el medio, me fui de largo, porque no me la quiero dar de intelectual diciendo "ah si!, mira qué gran expresión del ser humano es esto!", pues sería un gesto diforzado de mi parte). Fui al Louvre, claro! nadie que va a Paris puede dejar de ver semejante museo, es una cosa enorme en la que te podrías pasar un día entero. La zona de escultura griega fue mi favorita (había visto imágenes por este medio y en clase, mas es distinto ver las fotos por internet a ver la obra real, la mirada vacía, las manos perfectas, como lograron el movimiento de los mantos, en fin). La Gioconda, que no es tan grande, está cubierta con un vidrio y para colmo te la ponen a como un metro y medio de distancia, sin embargo entiendo por qué (los turistas chinos son los culpables y sus malditas cámaras con flash que deterioran grandes obras) y me da mucha pena, porque no se podía apreciar tan bien, mucho menos podemos hablar de la cuestión aurática. El último día fui a Versalles, a ver el castillo (detrás de lo bonito que puede ser ver todas esas cosas, siempre te deja la sensación de injusticia que ha prevalecido a lo largo del tiempo, la de la diferencia entre gobernantes que viven en la opulencia gracias a los impuestos que los más podres pagan). Fui al cementerio Père-Lachaise donde está Jim Morrison, su tumba es ahora una pena, se han robado partes de ella y muchos han pintado sus nombres encima. Me dió mucha pena, porque por culpa de esos bárbaros, ahora ésta se encuentra cercada y ya no es posible acercarse mucho. Lo que me dió gusto, fue que cuando llegué había mucha gente visitándolo y tenía flores (aunque el hubiera preferido yerba seguro). Un día en la noche, el esposo de mi prima me llevó en moto a través de una avenida que le da la vuelta al centro de Paris, llegamos a 180 km/h (con cuidado, porque hay radares, entonces cuando pasábamos por ellos, disminuía la velocidad), usé casco, casaca especial y todo. El esposo de mi prima tiene ascendencia portuguesa, así que una tarde fuimos a la fiesta de un primo de Eduardo (el que les dije que me llevó a ver la ciudad), era como un almuerzo-café (los portugueses comen mucho, por cierto). Los portugueses me recuerdan a los latinos, pues son europeos más risueños; además, bailan.

No sé si podría decir que Paris es la mejor ciudad que he visto hasta ahora, pues no se trata de cegarme, si no de evaluar lo bueno y lo no tan bueno. Pero, es sin duda, muy linda. Las calles estrechas que me gustan, las panaderías que te tientan a entrar, son dos cosas muy distintivas. Los hombres parisinos son más guapos que los alemanes, pues no son tan rubios ni tan pálidos (el cabello oscuro hace un contraste muy lindo, siempre he pensado). El francés me empieza a gustar más, aprendí algunas palabras con Eduardo (aunque él se reía de que cuando pronunciaba a veces me salía muy alemán y el francés es más sutil) y Danitza; me gustaría aprenderlo, luego de terminar con el alemán.

Siendo las 9 en Perú y aquí las 15 horas, me despido. Tengo que inscribirme en los cursos de la universidad y a las 6 pm voy a la Deutsche Opera a ver "La flauta mágica" (de Mozart!).

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