lunes, 12 de octubre de 2009

La ausencia de sonido.

Encontré un contexto en el cual el silencio dista de ser de mi agrado, en el que me es prácticamente imposible sentir comodidad mientras permanezco callada. Normalmente, me sirvo de las escaleras para trasladarme cuando ando sola y ello hizo que, hasta hace poco, no se me haya ocurrido cuestionar al silencio como placentero. Y es que las circunstancias conllevan al encuentro de excepciones a toda regla. Es así como, cuando aliado a espacios de tamaño limitado en los que se está prácticamente hombro con hombro con la persona próxima, el silencio prolongado suele tornarse perturbador. Los celulares sin señal y el hecho de compartir un cuadrilátero con personas inéditas aportan a la sensación de hermetismo como algo ya no tan positivo. Lo increíble es que, aún con todo, no se puede no comunicar y si no se oyen voces, será nuestro lenguaje no verbal el que se manifieste. A veces, nos miramos de reojo, mientras ensayamos fichas descriptivas mentales. Otras veces, simulamos pensar en algo externo y miramos hacia un punto fijo, cuando en realidad nada nos gustaría más (en ese momento, por lo menos) que conocernos para dejar de sentirnos así. Aún sin comprender cabalmente cómo es que un tiempo tan corto (de segundos, tal vez) puede resultar tan molesto, todos sabemos que lo es y nadie suelta palabra. Ni siquiera yo. Al igual que los cementerios, parece que hubieran sido creados para que no se emitiera sonido alguno dentro. No me gustan los ascensores.

3 comentarios:

Kerad dijo...

el silencio se siente. es en situaciones como la que describes que el silencio juega un rol determinante, la sutileza con que pone sobre la mesa la incomodidad; el silencio se siente. es como si el silencio se oyera y te jode.
últimamente hablo mucahs webadas jaja...

Lяn dijo...

Qué interesante que ahí las personas nos veamos expuestas a hacer lo único que podemos hacer en un lugar así y rehuyamos de eso. Y es raro porque parece que si nos mantuvieran en ese lugar por más tiempo (o nos quedáramos encerrados), naturalmente surgiría la conversación en algún momento. Entonces, es acaso que no se quiere hablar con alguien sólo porque se sabe que el diálogo se verá interrumpido en 10 segundos o menos? o la incomodidad surge porque no hay forma de disimular lo que en realidad queremos hacer y haríamos en otro contexto? es como querer tornar implícito algo tan EXPLÍCITO y simple como la presencia de una persona y nada más. Qué curioso que estemos acostumbrados a los tipos de encuentro más complejos y menos predecibles. He escrito mucho creo :P, pero son bonitos los posts que te hacen pensar u_U.

Aisha dijo...

Ronaldo: El silencio es bacán y totalmente hermoso, siempre y cuando no estés en un ascensor (al menos para mí)

Lorena: También había pensado en lo simpática que podría tornarse la experiencia si fuera algo como "Me quedé atascada en el ascensor, todos empezamos a contarnos nuestras penurias y cuando salimos libres, nos abrazamos. Desde entonces somos grandes amigos y...", pero preferí irme por las ramas del pesimismo. Igual sería bonito, ¿no? salvo que te pierdas un examen final por el accidente, lo sería.