Soy consciente de que no siempre podré tener control sobre todo y si en realidad tuviera ese poder, la vida sin desvaríos ya no significaría un reto, ni mucho menos una aventura. Lo sé porque me lo dicen todos y lo he tenido que aceptar después de haber tropezado, pues la verdad siempre me ha costado aceptar con humildad que habrá cosas que se escaparán de mis manos. Sin embargo, por hoy, insisto en que me gustaría tener control completo sobre mis emociones para decir adiós y no caer, no caer, no caer.
lunes, 26 de enero de 2009
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