jueves, 6 de agosto de 2009

Otra reflexión sobre Bagua.

El gobierno está orientando la problemática en Bagua por la tangente. No se trata de una pugna entre policías y pobladores de la amazonía peruana, ni mucho menos de "qué bando mató más". El problema subyace a cualquiera de estas afirmaciones, es el estado neoliberal en su ímpetu de hacer aparecer al país y sus subsuelos como un mobiliario en venta; sesgado por la fantasía de un enriquecimiento basado meramente en políticas extractivas, va dejando olvidado en el camino el respeto hacia los ciudadanos. El discurso de García no se aleja de la ideología expuesta en los artículos del "perro del hortelano": "Quieren detener al Perú, quieren impedir que los peruanos se beneficien con el gas y el petróleo de su subsuelo". Ahora, respóndanme... ¿qué tanto los peruanos nos hemos beneficiado? ¿Acaso se ve traducido en menores cifras de pobreza? ¿en calidad de vida? No. Solo como ejemplo, Huancavelica sigue conservando al 85% de su población en estado de pobreza, aunque la explotación minera es una de las actividades imperantes en la zona. Brack Egg no cesa de señalar que los peruanos somos dueños del suelo, mas no del subsuelo... no es acaso ello algo absurdo? Si descubren que debajo de tu hogar de toda la vida existe una gran cantidad de oro, ¿te irías sin protestar para darles paso a las mineras y así saqueen tal subsuelo? ¿aceptarías con resignación que gracias a la actividad petrolera se afecte el medio que te rodea, como contaminación de agua y atentados contra la biodiversidad?. Alan García, siempre tan "acertado" en sus comentarios cuestiona a los pobladores amazónicos la posibilidad de ser peruanos de primera clase. ¿Qué quiere decir con eso? ¿Acaso, no todos debemos hacer usufructo de los mismos derechos y deberes por el hecho de haber nacido en esta sociedad?. Tal vez debí comenzar por señalar tal cosa. Es esa inequidad la que se encuentra en el trasfondo de esta pugna y la que impide que el "Perú siga avanzando". Esta subversión ha sido una consecuencia de la indiferencia e ineptitud para el diálogo que tiene el Estado. No hubiera habido matanza alguna si el gobierno hubiera comenzado a avanzar en tanto desarrollar políticas atentas a las necesidades de la población y de acuerdo a ellas. Ningún TLC ni contrato minero está por encima de la vida de ningún peruano.

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