Estoy cansada. Tengo que leer cosas de la facultad y hacer trabajos. Es casi como si ya no tuviera tiempo para divertirme. Y no me refiero a festines etílicos (a los cuales, junto con muchas otras cosas más, ya les perdí interés), sino a leer porque quiero y no porque debo, a caminar sin rumbo fijo ni límite de tiempo y luego con las piernas agotadas, caer sobre mi cama para ver todas las películas que me vengan en gana.
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