Feria de San Telmo, Buenos Aires, Enero 2010. Capturada por mí.
En buenos aires hay alguien fumando en cada esquina. Y sin embargo, es una de las ciudades en donde con más gente longeva me he topado. Eso podría probar que los cigarrillos no matan, que las empresas de tabaco deberían ir retirando las advertencias escritas en rojo en sus cajetillas tan pronto como les sea posible y muchas cosas más. Si la gente vive más tiempo (y no es que sepa algo de estadística poblacional de aquí), debe tener más tiempo para conocer. Por acá hay mucho por visitar. O tal vez lo digo yo porque ando de viajera. Quien sabe y los ciudadanos ya se la conocen de cabo a rabo y andan diciendo lo mismo, pero de otras ciudades. Me gusta caminar. Aún más cuando me encuentro en lugares desconocidos, de esos en los que te podrías perder de agarrar el mapa al revés o no reparar en la numeración de las calles. Los buses que llevan turistas hacen que sienta como si me perdiera de mucho, como si la esencia de la ciudad en sí no pudiera capturar. No quiero bajarme a tomar fotos en cada monumento, quiero visitar cafés, teatros, ferias y librerías, quedarme cuanto tiempo se me antoje y, de llamarme algo la atención, comprarlo, pero sin atolondrarme.